Con un casco
antiguo declarado Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO,
Cuenca se extiende desde lo alto del promontorio que
domina las ruinas del castillo árabe, antigua alcazaba de
Kunka. Mientras, abajo, la ciudad moderna crece por la
vega del Júcar.
La “ciudad
alta”, el trazado medieval que caracteriza a la ciudad,
comienza frente a la parroquia de Nuestra Señora de la
Luz, a los pies del puente de San Antón. Aquí se inicia un
recorrido de cuestas, escaleras y miradores que
proporcionan bellas perspectivas.
La primera
parada puede ser la iglesia de
San Felipe
Neri,
sobria construcción que adquiere protagonismo durante la
Semana Santa, al cantarse en sus escalinatas el
tradicional Miserere. Su interior se encuentra decorado
con motivos barrocos y rococós. Al otro lado de la plaza
del Carmen podemos subir a la plaza de Torre Mangana,
antigua atalaya conquense y uno de los símbolos de la
ciudad, visible desde casi cualquier punto. A un paso se
encuentra el Museo de la Ciencia.
Trazado medieval
Antes de
llegar a la Plaza Mayor pasaremos por la plaza de la
Merced, donde se nos muestran buenos ejemplos del barroco
conquense en su iglesia y convento de La Merced, y en el
seminario mayor de San Julián. En la plaza Mayor se alzan
los arcos del Ayuntamiento y la
Catedral
gótica de Nuestra Señora de Gracia, edificada sobre una
antigua mezquita. Su estructura alterna elementos góticos,
renacentistas y barrocos, fruto de un largo periodo de
construcción. Su monumental fachada inacabada acompaña a
los balcones de madera y rejas de hierro forjado de las
casonas nobiliarias de la plaza, cuyos bajos son ocupados
por mesones.

Por detrás del
templo parte una calle que lleva a las Casas Colgadas,
monumento emblemático de la ciudad, que datan del siglo XV.
Una de las casas alberga el Museo de Arte Abstracto
Español, uno de los mejores de España. Los balcones de
madera de las
Casas
Colgadas
cuelgan sobre el cauce del Huécar, pero hay que cruzar el
río para contemplar una de las mejores panorámicas. En
esta ribera podemos visitar el
Parador de
Turismo
de la ciudad, el antiguo convento de San Pablo. Hospedarse
aquí es sólo comparable a la oportunidad de degustar las
suculentas
recetas
conquenses
que nos brinda su restaurante. Zarajos (tripas de cordero
asadas), morteruelo (especie de paté caliente) o
ajoarriero (guiso de bacalao) son algunos platos de origen
pastoril a los que se suman guisos de verduras, asados y
pescados de río. Almendras, miel e higos se incorporan en
cualquier especialidad de cocina imaginativa y, en los
postres, componen el alajú (torta de miel, higos y
almendra). Entre las bebidas, hay que destacar los vinos
de la Denominación de Origen de La Mancha y el resolí,
licor elaborado con café, azúcar y corteza de naranja.
Volviendo al
trazado urbano de Cuenca, en él encontramos rincones
llenos de encanto donde se dan cita pilones de agua,
pequeños arcos y callejuelas. Entre la Catedral y las
Casas Colgadas podemos visitar, además, el Museo
Provincial, en la Casa del Curato, el Museo Diocesano y el
Palacio Episcopal.
Camino al
punto más alto de la ciudad nos esperan interesantes
construcciones religiosas como las iglesias de San Miguel,
San Nicolás y San Pedro, y la ermita de
Nuestra
Señora de las Angustias.
Merece la pena hacer este recorrido cuando ya ha
anochecido y toda la ciudad se encuentra iluminada. Otra
posibilidad es caminar por las Rondas, sendas que nos
ofrecen las mejores vistas de las hoces y de esta ciudad,
integrada en plena naturaleza.
Lugares de interés
Una buena
ocasión para acercarse a Cuenca es cuando se celebra la
Semana de Música Religiosa,
Fiesta de Interés Turístico Internacional, que tiene lugar
durante la Semana Santa. Musicólogos, intérpretes y
aficionados se dan cita en escogidos escenarios como el
Auditorio de Cuenca, la iglesia de San Miguel o el Museo
de Arte Abstracto Español.
La ciudad
conquense es sólo uno de los muchos puntos de interés que
tiene esta provincia. A unos 30 kilómetros de la capital
comienza la Serranía de Cuenca, donde podemos admirar el
singular paisaje de la
Ciudad Encantada,
compuesto por las curiosas formas que la erosión del agua
y el viento han originado en las enormes piedras calizas,
que recuerdan a objetos, animales o figuras humanas. Este
sorprendente lugar está abierto durante todo el año, desde
las diez de la mañana hasta la puesta de sol, y el
itinerario dura aproximadamente dos horas. Aunque resulta
fácil encontrar el parecido, hay carteles que van
indicando el nombre de cada una de las rocas (los
“Barcos”, el “Tobogán”, el “Elefante”, “El Mar de Piedra”,
el “Diplodocus”…).
Más al norte,
se halla la Reserva de Caza El Hosquillo y la Estación
Termal de Solán de Cabras, conocida por su manantial de
aguas medicinales. Pueblos serranos nos servirán de guía
para descubrir el nacimiento del río Cuervo, un
espectacular paisaje de cascadas. También podemos
acercarnos a la comarca de La Alcarria, donde
encontraremos interesantes localidades descritas en la
obra del Premio Nobel de Literatura español Camilo José
Cela “Viaje a La Alcarria”.
Desde Cuenca,
en dirección sureste, la naturaleza y la arquitectura
popular configuran un paisaje único donde riachuelos,
cascadas y lagunas dan paso a localidades como Selva
Pascuala, Cañete o Moya. Conventos renacentistas, pinturas
rupestres y conjuntos monumentales compuestos por
alcázares, murallas e iglesias góticas, son algunos de los
atractivos. Más al sur, el
Parque
Natural Hoces del Cabriel
forma cortados y roquedos de alto valor paisajístico y
natural.
El sector
occidental de la provincia nos depara una ruta histórica
donde Tarancón, Uclés o Saelices (aquí se encuentran las
ruinas romanas de Segóbriga), son algunos de los puntos de
interés. La zona sur es la llamada “La Mancha Húmeda”,
donde el viaje nos llevará a los molinos de viento de Mota
del Cuervo y a los espectaculares castillos de Belmonte y
Alarcón. El
Parador de
Turismo de Alarcón
se aloja en esta fortaleza del siglo VIII, un singular
lugar para hospedarse. |