La dilatada
historia de Ávila comienza con el primitivo asentamiento
celtíbero de los
vetones
hacia el 700 a. C. Con la llegada de los
romanos
en el s. III a. C. se procedió a la construcción de la
primera muralla, lo que convirtió a Ávila en un importante
enclave defensivo. Tras varios siglos de decadencia, en el
siglo XI la ciudad fue repoblada y reconstruida. Según
cuenta la tradición,
Raimundo
de Borgoña,
yerno del rey Alfonso VI, fue el encargado de supervisar
la reconstrucción de la muralla sobre las ruinas de la
antigua fortificación romana. La época de mayor esplendor
de esta ciudad llegaría en el siglo XVI, momento en que la
manufactura lanar
permitió el despegue económico de la urbe. Durante ese
periodo de bonanza se construyeron en la ciudad numerosos
edificios civiles y religiosos que aún perviven en el
casco histórico de la localidad.
El
símbolo de la ciudad es la
muralla,
uno de los recintos amurallados medievales mejor
conservados de Europa. Sus dos kilómetros y medio de
perímetro se encuentran jalonados por casi 2.500 almenas,
un centenar de torres, seis puertas y tres portillos.
La
puerta de los Leales, una de las entradas principales a la
ciudad antigua, desemboca directamente en la
Catedral,
templo con aspecto de fortaleza que fue erigido entre los
siglos XII y XIV y cuyo ábside, denominado cimorro, está
adosado a la muralla constituyendo el cubo defensivo más
voluminoso del baluarte. Mientras que en su fachada se
superponen elementos góticos y barrocos, en el interior
destacan los minuciosos relieves del trascoro y el
sepulcro de
El Tostado,
realizado en alabastro. El
Museo Diocesano
acoge diversas obras de arte, entre las que destaca una
monumental custodia procesional, obra de Juan de Arfe.
Intramuros, se entremezclan rincones de aspecto medieval,
como la
plaza de los Dávila,
con más de una docena de casas renacentistas de noble
linaje, entre las que se pueden mencionar la
mansión de los
Velada, el
palacio de los
Valderrábano o el de
Núñez Vela.
Pero la construcción más sorprendente del entorno es el
palacio de los Dávila. Se trata de una recia fortaleza
formada en realidad por cuatro casas, la más antigua de
ellas del siglo XIII. El conjunto destaca por sus almenas
y por una famosa ventana de origen renacentista.
Muy cerca se encuentra el Torreón de los Guzmanes,
levantado en el siglo XVI y que actualmente alberga la
Diputación Provincial. Son sólo algunas de las más de cien
casonas y residencias palaciegas que existieron en Ávila
entre los siglos XVI y XVIII, hecho que queda reflejado en
el nombre completo de la ciudad, denominada Ávila de los
Caballeros. La
plaza del Mercado Chico,
lugar en el que se emplazaba el antiguo foro romano, es el
centro de la ciudad. A ella dan las fachadas del
Ayuntamiento
y de la
iglesia de San Juan,
reconstruida en los siglos XV-XVI.

A
lo largo de su historia, Ávila fue cuna de famosos
místicos españoles, como
Santa Teresa de Jesús
o San Juan
de la Cruz. Este hecho
se pone de relieve en el gran número de iglesias y
conventos que se encuentran dispersos por toda la ciudad.
En la
plaza de Santa Teresa
se encuentra el convento homónimo, construido en 1636
sobre la casa natal de Santa Teresa de Jesús. El edificio,
de portada barroca, alberga un importante conjunto de
tallas realizadas por el escultor Gregorio Fernández,
además de una capilla dedicada a la Santa que destaca por
su profusa ornamentación. En el interior existe un huerto
en el que, según la tradición, jugó de niña la mística
abulense.
Ávila
extramuros
Fuera del recinto amurallado, se encuentra el
monasterio de la
Encarnación, erigido en
el siglo XVI y donde Santa Teresa vivió como religiosa
durante más de 20 años. En él merece la pena detenerse en
los lugares frecuentados por la escritora, como su celda o
la capilla de la Transverberación.
Otra edificación importante es la
basílica de San Vicente,
levantada en el siglo XII junto al lugar en que fueron
martirizados tres santos en época de Diocleciano. Este
templo está considerado el más bello ejemplo románico de
la ciudad, si bien posee otros elementos arquitectónicos
que fueron añadidos con posterioridad. El exterior del
edificio se encuentra presidido por tres magníficos
ábsides, la portada occidental, conocida también como el
Pórtico de la Gloria de Ávila, y la fachada sur. Mientras,
en el interior sobresalen las bóvedas y se puede admirar
el sepulcro de San Vicente, un importante monumento
funerario protogótico atribuido al maestro Fruchel. Detrás
de la basílica se encuentra la iglesia de San Andrés, de
época románica y que guarda en su interior los capiteles
historiados más importantes de cuantos se conservan en la
capital.
La
también románica
iglesia de San Pedro,
que data de los siglos XII-XIII, es una de las más
antiguas de la ciudad. La sobriedad que caracteriza a esta
construcción atrajo desde hace siglos a los personajes más
relevantes de la sociedad abulense. Un gran rosetón
cisterciense en su portada y los tres ábsides que posee
son sus elementos más destacados en el exterior. Dentro,
la escasa ornamentación contrasta con el interesante
conjunto de pinturas y retablos que posee.
Fuera de las murallas, aunque muy próximo a la puerta de
Los Leales, se sitúa el
palacio de los Deanes.
Originariamente, tal y como su propio nombre indica, esta
monumental casa del siglo XVI fue construida para albergar
a los sucesivos deanes (clérigos responsables de la
administración del cabildo catedralicio) que tuvo Ávila a
lo largo de su historia. Lo primero que llama la atención
es su
fachada renacentista,
que presenta doble hilera de columnas, está decorada con
escudos de estilo plateresco y coronada por pináculos
barrocos. Estos elementos transmiten al conjunto un
innegable aspecto señorial. En el interior, un edificio
principal y varias dependencias se estructuran alrededor
de un patio de dos galerías con arquerías góticas. Estas
instalaciones albergan en la actualidad el Museo
Provincial, que contiene interesantes secciones de
arqueología, etnografía y bellas artes. El museo cuenta,
además, con un edificio anejo, la
antigua iglesia de Santo
Tomé el Viejo (siglo
XII).
Tradicional residencia estival de los monarcas españoles,
el
monasterio de Santo Tomás
fue concluido en 1493 en estilo gótico isabelino durante
el reinado de los Reyes Católicos. El conjunto se
encuentra presidido por una monumental iglesia de una sola
nave cubierta por bóvedas de crucería y varias capillas
laterales. En el centro del crucero se encuentra el bello
sepulcro del Infante don Juan, hijo de los Reyes,
esculpido en mármol por Domenico Fancelli. Destaca,
asimismo, un magnífico retablo realizado por Berruguete y
el coro elevado. La zona conventual se ordena en torno a
tres claustros –del Noviciado, del Silencio y de los
Reyes- con rica ornamentación. Mientras, las antiguas
dependencias reales acogen el
Museo Oriental,
que exhibe una interesante colección de obras procedentes
del Extremo Oriente.
La
visita a esta ciudad milenaria puede finalizar en el
mirador de los Cuatro Postes, desde el que se contempla
una de las más bellas estampas del conjunto medieval
amurallado.
Gastronomía y alrededores
En
cualquiera de los restaurantes de la capital abulense es
posible descubrir la excelente gastronomía de la zona.
Sobresalen los excelentes
asados de cochinillo
y cordero,
además del famoso
chuletón de ternera de
Ávila. Tanto la carne
de ternera avileña como las
judías de El Barco de
Ávila poseen
Denominación de
Origen propia. Gran
parte de la fama de la repostería abulense se debe a las
yemas de
Santa Teresa (a base de
huevo y azúcar).
Existe una variada oferta de alojamientos en la capital.
Adosado a las murallas, el
Parador de Ávila
está situado sobre el antiguo palacio de Piedras Albas.
Dentro de la provincia abulense se encuentran importantes
localidades, como
Arévalo,
bello ejemplo del mudéjar abulense y
declarada Conjunto
Histórico Artístico;
Madrigal
de las Altas Torres,
lugar de nacimiento de la reina Isabel la Católica;
Las Navas del
Marqués, con el
castillo de Magalia;
El Barco de Ávila,
donde sobresalen la iglesia gótica de Nuestra Señora de la
Asunción (s. XIV) y el Castillo de Valdecorneja.
Entre los hallazgos
arqueológicos de la provincia merece la pena visitar el
Castro de
Cogotas, uno de los
yacimientos más importantes de España, y los
Toros de Guisando,
esculturas pétreas de origen celta. Por último, el
Parque Regional
de la Sierra de Gredos
supone una buena alternativa para los amantes de la
naturaleza. |