La Plaza de la Quintana
Una gran escalinata divide la
"Quintana de los Muertos", abajo, de la "Quintana de Vivos",
arriba. A ella dan el Pórtico Real, donde se sitúa la popular
"Berenguela" o Torre del Reloj, que aunque fue iniciada en el
1316 fue renovada en el s. XVII, constituyendo una excepcional torre
barroca y la Puerta del Perdón que sólo se abre cuando la
festividad del Apóstol cae en Año Santo.
El Monasterio de San Pelayo de Antealtares
con su severo muro de granito, contrasta con las anteriores. Es uno de
los más antiguos monasterios de la ciudad, fue fundado en el s. XI por
Alfonso II para custodiar la tumba del Apóstol cuando fue descubierta.
Su inmensa fachada tal como actualmente la vemos se debe a los s. XVII y
XVIII. Destaca el bello enrejado de sus ventanas, las portadas del s.
XVII, su cúpula y el museo de Arte Sacro del monasterio, que exhibe
entre sus piezas el ara marmórea del altar del Apóstol.
La barroca Casa de la Parra, con sus plantas
trepadoras, adornos frutales, gárgolas y chimenea, constituye un
bellísimo broche que cierra la plaza.
La Plaza de la Azabachería
Debe este popular nombre al gremio de
los azabacheros que tanta fama dieron a la artesanía compostelana. Aquí
se halló la original puerta románica, llamada Puerta del Paraíso,
principal entrada de los peregrinos, donde se desprendían de sus ropas a
los pies de la "Cruz d'os Farrapos", que tomaría su nombre de los
harapos que allí dejaran los peregrinos. Hoy ha sido sustituida por la
fachada neoclásica de Ventura Rodríguez.
El Monasterio de San Martín Pinario, el más monumental de
Santiago, procede del oratorio que en el año 912 el obispo Sisnado
dedicó a San Martín. En 1102 el obispo Gelmírez consagró la iglesia,
llegando a ser un gran centro religioso y su culto llegó a rivalizar con
la Catedral. El edificio románico desapareció, al iniciarse en el s. XVI
la construcción del actual convento. Su iglesia representa como ninguna
el barroco compostelano, resaltando en su interior el Retablo Mayor de
exuberante riqueza barroca.
Cercano al impresionante muro occidental del anterior se encuentra el
Convento de San Francisco, que rememora la peregrinación de San
Francisco de Asis a Compostela en 1213-1215. Según la leyenda San
Francisco recibió una revelación divina por la que se le encargaba que
erigiera un monasterio en "Val de Dios", terreno propiedad de San
Martín Pinario. El citado monasterio cedió el terreno a cambio de la
entrega anual de un cestillo de peces, (solemne ceremonia que perduró
hasta fines del s. XVIII, en que los monjes de un monasterio solían
entregar el citado tributo a los del otro monasterio). La financiación
de tal proyecto debiera de hacerse con un tesoro que encontraría
Cotolay en una fuente. Y así sucedió, Cotolay encontró el tesoro
levantandose un edificio gótico del que hoy sólo
quedan cinco arcos en el patio de la sala capitular. El convento actual
y sus dos claustros son del s. XVII y la Iglesia del XVIII.
La Estatua de San Francisco frente a la Iglesia fue realizada en
conmemoración al séptimo centenario franciscano en 1930. Actualmente el
monasterio alberga un interesantísimo Museo de Tierra Santa.
Por los alrededores de la Universidad
Uno de los más bellos itinerarios de la
ciudad es el que discurre por la Rúa del Villar y la Rúa Nueva, llenos
de gente o con la poética atmósfera que da la lluvia en Santiago.
En la Rúa del Villar encontraremos bellísimas palacios
como la barroca Casa del Deán, que nos lleva
por esta sugestiva calle de soportales al Palacio de Monroy,
renacentista y al Palacio de los Marqueses de Bendana, con su
fachada neoclásica y portada barroca. Está rematada con un escudo y un
atlas que sostiene el mundo, que según cuenta la leyenda, lo dejará caer
cuando se cumplan una serie de acontecimientos (no se preocupen, pues es
difícil que todo ello ocurra al mismo tiempo).
A sus espaldas, pasando por la más estrecha calle de Santiago; la de
Entrerúas, llegamos a la Rúa Nueva, (no tan nueva, pues
así se llama desde el s. XII), donde se alza la torre barroca de la
Iglesia de Santa María Salomé, templo románico que conserva su
portada del s. XII. Y desde allí llegaremos al Palacio de Ramirans,
el de los Condes de Gimonde y la Casa de las Pomas, con
sus pilastras de adornos frutales. A continuación llegaremos al
Teatro Principal y el Palacio de Mondragón de bellísima
sobriedad neoclásica.
Como contrapunto están la Rúa de la Reina y la Rúa
del Franco, que junto con la del Villar hasta la Puerta
Faxeiras, componen un divertido conjunto con la mayor
concentración de bares, locales, restaurantes y alojamientos de la
ciudad. Este escenario ofrece lo más animado de esta viva y atractiva
ciudad.
Santiago de Compostela
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