Santander es una
ciudad en la que queda patente la mezcla de sus diferentes vocaciones,
tradición marinera, comercial y turística. El origen de la ciudad se
relaciona con el Portus Victoriae fundado por los romanos. Sin embargo,
el desarrollo urbano de la capital no llegaría hasta el siglo XI, fecha
en que comenzaría a crecer la villa al abrigo de la abadía de
San Emeterio. De su nombre en latín, Sancti Emeterii, procede
el actual topónimo de Santander.
Durante los siglos XVIII y XIX, la ciudad
se convirtió en un puerto mercantil clave para las rutas marítimas entre
Castilla y las colonias americanas. A partir de mediados del siglo XIX,
Santander pasó a ser uno de los destinos turísticos veraniegos más
selectos de la costa norte peninsular.
El Paseo de Pereda, con
sus típicas casas de miradores, y sus jardines constituyen un exuberante
bulevar que separa la franja costera del casco antiguo santanderino. La
cercana Catedral es uno de los edificios más antiguos
de la capital, siendo su primitiva construcción del siglo XIII. En su
interior sobresale la tumba de Marcelino Menéndez Pelayo, obra del
escultor Victorio Macho. Bajo el templo principal se conserva la cripta
de El Cristo, sobrio recinto abovedado en el que se descubrieron
diversos hallazgos de la época romana.
Frente a la catedral se levanta la
Plaza Porticada, de estilo neoherreriano y rodeada de
varios edificios públicos. Nos encontramos en plena encrucijada de
animadas rúas (calles) comerciales como el Arrabal o
el Cubo.
Una de estas calles conduce a la plaza
del Generalísimo, sede del Ayuntamiento, colindante con
el popular mercado de la Esperanza, de estilo modernista. La visita ha
de continuar por el Museo de Bellas Artes y la Casa-Museo de
Menéndez Pelayo, edificio declarado Conjunto
Histórico-Artístico.
El puerto y El Sardinero
De vuelta a los jardines de Pereda,
aparecen el Banco de Santander y el Palacete del Embarcadero,
edificio éste último con excelentes vistas a la bahía. En ella se
localizan el puerto pesquero y el Puerto Chico,
así como diversas dependencias marítimas: la lonja, el muelle, la
Comandancia de Marina, etc.
En este lugar se dibuja una de las
estampas más típicas de Santander. A la imagen de mansiones y edificios
burgueses que miran a la bahía se une la de otros edificios de carácter
cultural. Entre ellos destaca el Palacio de Festivales,
construido por Francisco Javier Sáenz de Oiza y actual sede del
prestigioso Festival Internacional de Santander. El Museo de
Prehistoria y Arqueología, que recoge diversos hallazgos
prehistóricos, de entre los que destacan su colección del Paleolítico,
una de las más valiosas de Europa. Por último, el Museo Marítimo
del Cantábrico, uno de los más completos de España dedicados al
mar, descubre varios aspectos relacionados con el Cantábrico: biología
marina, historia marítima, etnografía pesquera, etc.
Santander muestra a partir de este punto
las hermosas playas de los Peligros, la de la
Magdalena y la de Biquinis, de tranquilas
aguas y protegidas del viento por la bahía.
En la Santander más turística se halla
El Sardinero. Frente a esta célebre playa se puede
disfrutar de uno de los paseos marítimos más bellos de España, con
suntuosos edificios, como el Gran Casino, que evoca la
arquitectura de la Belle Époque. La Plaza de Italia,
con sus elegantes y animadas terrazas veraniegas, y los Jardines
de Piquío, que se asientan sobre un entrante rocoso que marca
la separación de las dos playas de El Sardinero, completan el entorno.
Entre el casco histórico y El Sardinero,
se extiende la península en la que se asientan el parque de la
Magdalena y el palacio real, inaugurado en
1913 como residencia estival del rey Alfonso XIII. La residencia, de
estilo inglés, cuenta con hermosas caballerizas y se encuentra rodeada
de extensos jardines y zonas arboladas. Esta privilegiada zona de
esparcimiento se convierte durante los meses de verano en el centro
neurálgico de los renombrados cursos de verano de la Universidad
Internacional Menéndez Pelayo, foro que reúne tanto a
estudiantes como a las más destacadas personalidades de los más diversos
campos del conocimiento.
Gastronomía y alrededores
Situada a medio camino entre el mar y la
montaña, Santander posee en su gastronomía una particular mezcla de
ingredientes. Del mar proceden las características rabas
(calamares fritos), los bocartes rebozados
(boquerones), y mariscos frescos. El interior aporta excelentes carnes
de vacuno y un plato emblemático en toda la región, el cocido
montañés (guiso con alubias, carne y repollo). Los postres
pasan por la quesada (pastel de queso) y los
sobaos pasiegos (a base de mantequilla, harina y huevos).
Los amantes de la naturaleza encontrarán
en Cantabria un impresionante patrimonio de espacios protegidos. Entre
los lugares mejor conservados figuran los Parques Naturales de
Oyambre, Peña Cabarga y Saja-Besaya, si bien el más importante
es el Parque Nacional de Picos de Europa, cuyo
territorio es compartido con Asturias y Castilla y León.
En las estribaciones de esta cadena
montañosa se sitúa el Parador de Fuente Dé. Entre las
muchas otras opciones de alojamiento destaca también el Parador
Gil Blas, en Santillana del Mar,
declarada Monumento Nacional.
Cerca de la capital, se puede disfrutar
del Parque de la Naturaleza de Cabárceno, espacio de
gran belleza natural en el que conviven distintas especies animales en
semilibertad.
La tradicional ruta norte del
Camino de Santiago recorre el litoral cántabro, atravesando
pintorescas localidades como Castro Urdiales, Santoña,
Suances, Comillas, San Vicente de la Barquera o
Santillana del Mar. A escasos kilómetros de esta localidad se
localizan las Cuevas de Altamira, que cuentan con la
declaración de Patrimonio de la Humanidad. Consideradas
como la “Capilla Sixtina del Arte Paleolítico”, contienen algunas de las
pinturas rupestres más importantes del arte cuaternario. Un moderno
edificio alberga las instalaciones del museo, donde se puede admirar la
neocueva, fiel réplica de los motivos pictóricos que
aparecen representados en la cueva original.